sábado, 21 de febrero de 2015

La evaluación por competencias desde la perspectiva de la taxonomía de Bloom




                                                                               Por:  Ana Cecilia Hernández


El tema del enfoque competencial que hoy ocupa el proceso educativo va mucho más allá del desarrollo creativo de enseñar,  pues a este atañe, indefectiblemente, la evaluación.  Es sumamente valioso que haya congruencia entre lo que se enseña y lo que se evalúa; entre los objetivos propuestos y los ítems que medirán el alcance de estos con sus respectivos aprendizajes.  Todo lo cual, finalmente,  arroja una calificación reflejada en números, letras o rangos.

Pero antes de llegar a esa evaluación, hay que jerarquizar los objetivos que la rigen; es decir, qué es lo prioritariamente necesario en el proceso de evaluar, determinar hacia donde se orienta tal evaluación, y establecer cuales son los esenciales mínimos necesarios que el estudiante ha de dominar. 

En general, los pedagogos recomiendan asignar “x” o “y” porcentaje a los contenidos  de  una prueba, según el grado de  relevancia de los objetivos; de esta manera habrá  congruencia. 

Los dominios son determinantes en el proceso de la evaluación, pues dan luces sobre el grado de superficialidad o de profundidad con que han de abordarse los conocimientos en la evaluación.

Al respecto, la Taxonomía de Bloom establece seis niveles que van de un grado menor hasta el mayor;  el último requiere de importantes niveles de  esfuerzo y exigencia, y de la internalización del conocimiento por medio de la utilización práctica del conocimiento,  su valoración, el uso de este y la reutilización del mismo,  lo cual se constituye  en el ideal de aprendizaje.

La clasificación bloomiana, en sus seis niveles, puede orientar el proceso evaluativo, especialmente porque impide que se pierdan de vista los objetivos que guían el proceso; así será posible conocer con certeza cuales dominios son los requeridos, según el objetivo de aprendizaje trazado.

El nivel básico de la escala de Bloom: conocimiento,  requiere de un  menor esfuerzo de aprendizaje para el alumno, quien solo tiene que recordar, referir,  narrar y memorizar diferentes nociones, las cuales pueden ser evaluadas  por medio de instrumentos sencillos tales como listas de nombres, definiciones, recopilaciones, narraciones, preguntas como: ¿qué?, ¿cuál?, ¿quién?  Una vez se tengan establecidos claramente los objetivos de aprendizajes que encajen en el dominio conocimiento, se le podrá adjudicar una ponderación porcentual en la prueba, en función de la amplitud y alcance de tales objetivos.

El segundo nivel, comprensión, guarda relación con la capacidad de empoderamiento del conocimiento, es como asirlo, tomarlo, y quedarse con él. Un conocimiento comprendido se incorpora en el saber del estudiante, lo cual requiere de una mayor facultad de pensamiento abstracto.  Hay en este nivel un dominio que se enfoca hacia lo dimensional, hacia el conjunto y sus elementos.  Para alcanzar este nivel de aprendizaje, el estudiante deberá ser capaz de parafrasear, resumir textos, llegar a conclusiones, ordenar y reordenar ideas, explicar planteamientos, resolver problemas numéricos, entre otras habilidades similares.

Evaluar contenidos relacionados con objetivos de aprendizaje asociados a este segundo nivel, conlleva que el estudiante  ponga en práctica actividades como las citadas.

El tercer nivel de la taxonomía de Bloom es la aplicación.  Guarda relación con la destreza en la comprensión de nuevas situaciones de aprendizaje, usar información pertinente; también tiene que ver con el uso de mecanismos de inferencias y deducciones, la implementación de conceptos, la creación de nuevas situaciones, también la resolución práctica de problemas utilizando habilidades adquiridas previamente.

Cuando se evalúan objetivos de esta naturaleza los instrumentes de evaluación deben tener un valor porcentual importante, con ítems y planteamientos como la demostración, el cálculo, la construcción y reconstrucción de hechos y problemas, el planteamiento de nuevas ideas, defensa y demostración de hipótesis y teorías, así como también la experimentación y la discusión.

Un cuarto nivel, el análisis,  destaca que para adquirir esta habilidad, el alumno competente deberá ser capaz de descomponer un problema y establecer relaciones y dependencias entre sus partes; involucra el fraccionamiento de la información en sus elementos constitutivos, la jerarquización de estos, sumado a la capacidad de predecir resultados, clasificarlos, interpretarlos y derivar conclusiones.

En este nivel la habilidad del discente  se agudiza.  En este punto es capaz de tomar y disponer del conocimiento y asimilarlo (nivel de conocimiento), internalizarlo, empoderarse de él (nivel de comprensión), utilizándolo y reutilizándolo en distintas circunstancias (nivel de aplicación); y tras  apropiárselo, es capaz de descomponerlo y recomponerlo, y descubrir la estructura que subyace en los hechos (análisis).

Ejercicios y  talleres de interpretación y demostración; así como también la ejecución de experimentos y laboratorios, son  actividades de evaluación que le darán una ponderación destacada a los objetivos de aprendizaje cuya finalidad sea el análisis.  En este punto ha de tenerse en cuenta que se requiere del reforzamiento de los niveles previos para el alcance de este escalafón.

El quinto nivel de la taxonomía de Bloom es la síntesis, y guarda estrecha  interacción con procedimientos
de composición- descomposición  y  esquematización.  Propone la habilidad de trabajar con elementos para formar un todo  que no era conocido.  También se toma en cuenta la facilidad de visualizar un plan, organizarlo y desarrollarlo, teniendo presente las aristas que pueden influirlo. 

Para evaluar objetivos de aprendizaje que tengan relación con los saberes de este quinto nivel, es necesario diseñar pruebas con ítems que propongan la integración de los elementos de un todo, la modificación y/o substitución de premisas, replanteamientos, la invención, la planeación,  diseño, formulación, generación, rescritura.  Son útiles estas preguntas: ¿cómo resolvería?,  ¿qué propone para solucionar?, o  planté un final diferente,  con base en los datos haga predicciones, planteé una solución diferente que arroje los mismos resultados, etcétera.

La  evaluación es el último nivel de la taxonomía.  Hace referencia  a la facultad para tasar, valuar; se mide por medio de los procesos de análisis y síntesis. Para llegar a este nivel se  requiere de la  formulación de reflexiones sobre hechos, valoración de métodos, aplicación de normas valorativas. Incluye  juicios cuantitativos y cualitativos frente a una situación, basados en evidencias, criterios, indicios.

Llegar a este nivel involucra el desarrollo sistemático del aprendizaje, por lo que al evaluarlos hay que tener presente que los juicios de valor es la cualidad más sobresaliente que hay que ponderar en este nivel, motivo por el cual al elaborar los instrumentos evaluativos deben tomarse en cuenta planteamientos que incluyan actividades en los que haya procesos de selección ponderada o comparada, decisión, verificación, cotejo, discriminación,  contrastes, entre otros.

Finalmente, vale destacar que la evaluación, como proceso que es,  cumple entre sus múltiples funciones la de valorar y ponderar los dominios de los estudiantes, y  una  de las mejores maneras de hacerlo es teniendo siempre presente el objetivo de aprendizaje al que sirve y del cual es objeto.


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